domingo, 30 de octubre de 2011

Una nueva generación empresaria que se siente parte del proyecto nacional

El escenario político creado a partir de las elecciones le plantea al empresariado nativo la posibilidad de liderar y dar continuidad al proceso productivo iniciado en 2003. Testimonios de una nueva camada decidida a mirar hacia adentro.

Semanas atrás, el empresario textil Gabo Nazar generó un revuelo considerable cuando, en el marco del 47º Coloquio de IDEA en la ciudad de Mar del Plata, aseguró que “la clase empresaria argentina es una máquina de sacar plata afuera del país”.
Cardón, la marca de la compañía que encabeza Nazar, una de las elegidas por la presidenta Cristina Fernández para componer su propio vestuario, es emblemática de una nueva generación de empresas que han experimentado un gran desarrollo a la luz del modelo productivo ejecutado desde 2003 a esta parte.
El pensamiento de Nazar se sintetiza en la frase que da comienzo a esta nota y parece ser la cosmovisión representativa de una nueva burguesía nacional. Una generación de empresarios argentinos que, a diferencia de sus generaciones predecesoras, construye su identidad sobre la base de privilegiar la importancia del mercado interno y de poner a Latinoamérica el centro en la atención.
Apenas un semana después de  las declaraciones del empresario y a sólo tres días de cosechar el 53% de los votos en las elecciones presidenciales fue la propia presidenta de la República quien sorprendió a propios y ajenos cuando, a través del decreto 1722/2011 dispuso la obligatoriedad de las empresas mineras y petroleras de liquidar en el mercado de cambios “la totalidad de las divisas provenientes de operaciones de exportación” igualando su condición frente a otros sectores de la economía como el agropecuario.
La medida apunta a actuar frente a los riesgos que entraña la crisis financiera internacional en lo que hace a la fuga de divisas y las operaciones financieras contra las monedas regionales.
En rigor, la discusión que atraviesa tanto esta polémica puntual como las medidas de gobierno para inhibir la fuga de capitales es el carácter del empresariado nacional y el rol que le toca interpretar en el marco del proyecto productivo nacional. Su visión de país y la compatibilidad de su interés sectorial con el interés nacional.
En definitiva, su capacidad de liderar, como clase, la etapa que se abre y la profundización del modelo iniciado en 2003.
SER O NO SER. Es evidente que, para que una clase lidere un proceso social profundo, más allá de la concepción que ella misma pudiera tener de su propia existencia, es preciso que exista.
En la Argentina, el desmantelamiento del aparato productivo operado en la década del ’90 como resultado del Plan de Convertibilidad azotó un duro golpe al peso específico del empresariado nacional y, por lo tanto, a su capacidad de influencia política y disposición al liderazgo.
La bancarrota de 2001 puso de relieve, con crudeza, aquella situación. El default, la abrupta devaluación del  peso y la consecuente recuperación de la competitividad perdida crearon, por la fuerza, las condiciones para el resurgir de la industria nacional y la reconstrucción del tejido social. Según datos del Ministerio de Industria de la Nación, “desde 2003 hasta ahora se crearon 140 mil nuevas Pymes y 14 mil nuevas empresas industriales”. Como accesorio esencial de este proceso “la inversión creció a 18% promedio anual”, además, según el mismo informe “el primer trimestre del 2011, registró la máxima participación de la inversión en equipo durable en el PBI desde la década del ’40, un 10,6%”; un indicador que explica, en gran medida, las percepciones de crecimiento del empresariado, la estabilidad de sus negocios y capitales y, a su turno, su compromiso con el desarrollo nacional.
En cuanto al empleo, entre 2003 y 2010 se crearon un millón de nuevos puestos de trabajo.

UN LUGAR EN EL MUNDO. El impacto y la eficacia del decreto presidencial 1722, en lo que se refiere a contener la fuga de capitales se irá plasmando en los meses venideros. Lo que sí podrá medirse en los próximos días es el impacto que el anuncio tendrá en el imaginario del empresariado local y, probablemente, vaya dividiendo las aguas entre aquellos cuyos intereses son compatibles con la profundización de un modelo productivo y de inclusión social y de quienes, por su parte, asocian sus aspiraciones de crecimiento al regreso al mercado de capitales.
Tiempo Argentino entrevistó a diversos empresarios nacionales que se han desarrollado en el último período en sectores estratégicos y de alta agregación de valor, para explorar sobre la visión que tienen de sí mismos acerca del lugar que deben ocupar en la etapa que se abre y su propia orientación. Indagar, a su turno, sobre las alianzas de clases y de sus congéneres regionales para un desarrollo virtuoso. Su relación con el Estado, los trabajadores y su compromiso social. En definitiva, ref lexionar sobre si esta nueva generación representa, o no, una ruptura con el paradigma social y cultural de la generación que los antecedió, tanto en la Argentina como en el mundo.
LO NACIONAL. El titular del Banco Macro, Jorge Brito, entrevistado por este medio, lanzó días atrás una frase que sirve de puntapié para lo que viene: “la Argentina no se desarrolló porque no tuvo una clase dirigente con conciencia nacional y con un proyecto de largo plazo”. Gabo Nazar, por su parte, se
diferenció al señalar que “la Argentina sí tuvo una burguesía nacional pero cedió su espacio y no asumió el compromiso indelegable que tiene”.
Detallando sobre su experiencia individual explicó que “el grupo arrancó en la década del ’80. Pero fue en estos últimos años cuando se han dado una serie de circunstancias que han coincidido para producir nuestro desarrollo, crecimiento y una gran diversificación del grupo.”
Según el empresario textil la clave para su expansión, fue “apostar a la Argentina, a nuestras ideas y a nuestra gente”. Lo esencial, asegura, es “haber superado una historia de desencuentros entre el sector privado y el público hacia una visión de destino común y colectivo. Ya nadie discute que los gobiernos participen e intervengan en el mercado y en la actividad privada”.
Por su parte, Miguel Schvartzbaum, titular de Mas Energía, una petrolera con sede en Neuquén, aseguró que la “Argentina va a seguir creciendo. El momento actual es histórico. El país tiene que acompañar el proceso con desarrollo y hay que tomar medidas múltiples para asistir al empresariado
en este proyecto.” Con una visión optimista y de integración regional aseguró a Tiempo que “en toda crisis hay oportunidades. Esta en particular es enorme para Argentina y Latinoamérica.” Globant es una empresa argentina que desde 2003 produce software y exporta a países como EE UU, Japón, Inglaterra y Alemania. Guibert Englebienne, uno de sus fundadores, asegura que la compañía supo desafiar exitosamente dos grandes mitos: “que la Argentina no puede crear multinacionales y que las oportunidades tienen que estar dadas en Buenos Aires”. En su experiencia, asegura haber trabajado con una “nueva
generación de políticos comprometidos con el funcionamiento de nuestros objetivos” y destaca que, gracias a la política del gobierno “logramos la ley de software que promueve la exportación de este servicio, ampliando nuestro mercado a escala global y aprovechando las potencialidades de nuestros recursos humanos que asombran al mundo”.
En el mismo sentido, Nazar asegura que todavía es necesario “un proceso de concientización porque el sector privado no puede manejarse de manera autónoma, puesto que sus intereses, muchas veces, están reñidos con el bien común, allí debe actuar el Estado”.
Para Schvartzbaum “Hay un nuevo empresariado que no vive en un mundo de ideas, que ve que el país tiene un plan superador en el tiempo.”
Nazar aseguró ser consciente de que “las devaluaciones, si no forman parte de un programa social y político, en sí mismas, no resuelven nada, es necesario ganar en competitividad en base a las inversiones, la capacitación y la eficiencia”. Para el empresario del software, por su parte, es necesario
“valorar más la importancia de una empresa como parte de la sociedad”. El titular de Cardón aclara que “no se trata de un tema de edad, hay empresarios experimentados que tienen mentalidad muy flexible y que comprenden, y jóvenes a los que les cuesta”. Para él el compromiso trasciende porque “las empresas tiene que tomar decisiones anticíclicas, que no afecten la demanda. Tener una política de precios es un aspecto esencial. La distribución tiene que ser consecuencia de un modelo productivo.”
La postura de los empresarios se exalta todavía más cuando traen a colación el momento histórico que atraviesa la Argentina en particular y Latinoamérica en general. En ese marco señalan también ciertas particularidades de la nueva generación de empresarios. Nazar advierte que “el país está ante una oportunidad histórica que hay que aprovechar a nivel nacional y regional”. Todo un perfil para profundizar el modelo.

viernes, 21 de octubre de 2011

El que forjó el acero nacional . Manuel Antonio Savio


Manuel Antonio Savio
200 Argentinos /  Su figura está definitivamente asociada al desarrollo de la siderurgia argentina y la industria pesada. Creó Somisa y Fabricaciones Militares, empresas que dirigió sin cobrar honorarios.
En la Argentina, la palabra siderurgia tiene como sinónimo un nombre propio: el de Manuel Antonio Nicolás Aristóbulo Savio, general e ingeniero que dedicó su vida al desarrollo de esa industria al mando de dos poderosas empresas del Estado en las décadas del ’30 y ’40: Fabricaciones Militares y Somisa.

Savio, nacido en 1892, simboliza así las intenciones y los sueños de un país por tener un desarrollo autónomo basado en la explotación de la industria pesada.

Egresado del Colegio Militar de la Nación en 1910, obtuvo el título de ingeniero militar en 1931, luego de un viaje por Europa que le hizo comprender la necesidad de llevar adelante un plan industrializador en la Argentina. Savio profundiza y amplía la línea histórica iniciada en los años ’20 por el general Mosconi (ver biografía en páginas 138 y 139).

En 1930 fundó la Escuela Superior Técnica, tres años después escribió el libro Movilización industrial y en 1938 elaboró su primer proyecto, luego convertido en la ley 12.709 de 1941 (presidencia de Roberto Ortiz) para la creación de Fabricaciones Militares. Savio fue el primer presidente de la empresa.

Apenas un año después escribió Política argentina del acero, en el que reclamó como imperiosa la fundación de una industria metal pesada. En 1943, bajo su dirección, se inauguran los Altos Hornos Zapla, primera acería del país. Durante el gobierno de Juan Domingo Perón fue sancionada la famosa Ley Savio (número 12.987 de 1947) que diseñó un Plan Siderúrgico Nacional y creó, entre otras cosas, la empresa Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina, Somisa. Sus altos hornos son emplazados en los márgenes del arroyo Ramallo, sobre terrenos elegidos por el propio Savio, quien como presidente de su directorio había renunciado a cobrar honorarios.

Pero el general Savio no pudo ver la primera colada de acero nacional (tras sucesivas demoras se produjo en 1961) ni avanzar al casillero siguiente de su plan estratégico (la explotación del caucho) porque un infarto fatal lo sorprendió el 31 de julio de 1948. El calendario patrio reservó esa fecha para celebrar el Día de la Siderurgia. En el partido de Ramallo, hay otro homenaje permanente: la localidad de Villa General Savio, también conocida como Estación Sánchez, por el vecino que donó las tierras iniciales de ese asentamiento poblacional.