El escenario político creado a partir de las
elecciones le plantea al empresariado nativo la posibilidad de liderar y
dar continuidad al proceso productivo iniciado en 2003. Testimonios de
una nueva camada decidida a mirar hacia adentro.
Semanas atrás, el empresario textil Gabo
Nazar generó un revuelo considerable cuando, en el marco del 47º
Coloquio de IDEA en la ciudad de Mar del Plata, aseguró que “la clase
empresaria argentina es una máquina de sacar plata afuera del país”.
Cardón,
la marca de la compañía que encabeza Nazar, una de las elegidas por la
presidenta Cristina Fernández para componer su propio vestuario, es
emblemática de una nueva generación de empresas que han experimentado un
gran desarrollo a la luz del modelo productivo ejecutado desde 2003 a
esta parte.
El pensamiento de Nazar se sintetiza en la frase que da
comienzo a esta nota y parece ser la cosmovisión representativa de una
nueva burguesía nacional. Una generación de empresarios argentinos que, a
diferencia de sus generaciones predecesoras, construye su identidad
sobre la base de privilegiar la importancia del mercado interno y de
poner a Latinoamérica el centro en la atención.
Apenas un semana
después de las declaraciones del empresario y a sólo tres días de
cosechar el 53% de los votos en las elecciones presidenciales fue la
propia presidenta de la República quien sorprendió a propios y ajenos
cuando, a través del decreto 1722/2011 dispuso la obligatoriedad de las
empresas mineras y petroleras de liquidar en el mercado de cambios “la
totalidad de las divisas provenientes de operaciones de exportación”
igualando su condición frente a otros sectores de la economía como el
agropecuario.
La medida apunta a actuar frente a los riesgos que
entraña la crisis financiera internacional en lo que hace a la fuga de
divisas y las operaciones financieras contra las monedas regionales.
En
rigor, la discusión que atraviesa tanto esta polémica puntual como las
medidas de gobierno para inhibir la fuga de capitales es el carácter del
empresariado nacional y el rol que le toca interpretar en el marco del
proyecto productivo nacional. Su visión de país y la compatibilidad de
su interés sectorial con el interés nacional.
En definitiva, su capacidad de liderar, como clase, la etapa que se abre y la profundización del modelo iniciado en 2003.
SER
O NO SER. Es evidente que, para que una clase lidere un proceso social
profundo, más allá de la concepción que ella misma pudiera tener de su
propia existencia, es preciso que exista.
En la Argentina, el
desmantelamiento del aparato productivo operado en la década del ’90
como resultado del Plan de Convertibilidad azotó un duro golpe al peso
específico del empresariado nacional y, por lo tanto, a su capacidad de
influencia política y disposición al liderazgo.
La bancarrota de 2001
puso de relieve, con crudeza, aquella situación. El default, la abrupta
devaluación del peso y la consecuente recuperación de la
competitividad perdida crearon, por la fuerza, las condiciones para el
resurgir de la industria nacional y la reconstrucción del tejido social.
Según datos del Ministerio de Industria de la Nación, “desde 2003 hasta
ahora se crearon 140 mil nuevas Pymes y 14 mil nuevas empresas
industriales”. Como accesorio esencial de este proceso “la inversión
creció a 18% promedio anual”, además, según el mismo informe “el primer
trimestre del 2011, registró la máxima participación de la inversión en
equipo durable en el PBI desde la década del ’40, un 10,6%”; un
indicador que explica, en gran medida, las percepciones de crecimiento
del empresariado, la estabilidad de sus negocios y capitales y, a su
turno, su compromiso con el desarrollo nacional.
En cuanto al empleo, entre 2003 y 2010 se crearon un millón de nuevos puestos de trabajo.
UN
LUGAR EN EL MUNDO. El impacto y la eficacia del decreto presidencial
1722, en lo que se refiere a contener la fuga de capitales se irá
plasmando en los meses venideros. Lo que sí podrá medirse en los
próximos días es el impacto que el anuncio tendrá en el imaginario del
empresariado local y, probablemente, vaya dividiendo las aguas entre
aquellos cuyos intereses son compatibles con la profundización de un
modelo productivo y de inclusión social y de quienes, por su parte,
asocian sus aspiraciones de crecimiento al regreso al mercado de
capitales.
Tiempo Argentino entrevistó a diversos empresarios
nacionales que se han desarrollado en el último período en sectores
estratégicos y de alta agregación de valor, para explorar sobre la
visión que tienen de sí mismos acerca del lugar que deben ocupar en la
etapa que se abre y su propia orientación. Indagar, a su turno, sobre
las alianzas de clases y de sus congéneres regionales para un desarrollo
virtuoso. Su relación con el Estado, los trabajadores y su compromiso
social. En definitiva, ref lexionar sobre si esta nueva generación
representa, o no, una ruptura con el paradigma social y cultural de la
generación que los antecedió, tanto en la Argentina como en el mundo.
LO NACIONAL. El titular del Banco Macro, Jorge Brito, entrevistado
por este medio, lanzó días atrás una frase que sirve de puntapié para lo
que viene: “la Argentina no se desarrolló porque no tuvo una clase
dirigente con conciencia nacional y con un proyecto de largo plazo”.
Gabo Nazar, por su parte, se
diferenció al señalar que “la Argentina
sí tuvo una burguesía nacional pero cedió su espacio y no asumió el
compromiso indelegable que tiene”.
Detallando sobre su experiencia
individual explicó que “el grupo arrancó en la década del ’80. Pero fue
en estos últimos años cuando se han dado una serie de circunstancias que
han coincidido para producir nuestro desarrollo, crecimiento y una gran
diversificación del grupo.”
Según el empresario textil la clave para
su expansión, fue “apostar a la Argentina, a nuestras ideas y a nuestra
gente”. Lo esencial, asegura, es “haber superado una historia de
desencuentros entre el sector privado y el público hacia una visión de
destino común y colectivo. Ya nadie discute que los gobiernos participen
e intervengan en el mercado y en la actividad privada”.
Por su parte, Miguel Schvartzbaum, titular de Mas Energía, una
petrolera con sede en Neuquén, aseguró que la “Argentina va a seguir
creciendo. El momento actual es histórico. El país tiene que acompañar
el proceso con desarrollo y hay que tomar medidas múltiples para asistir
al empresariado
en este proyecto.” Con una visión optimista y de
integración regional aseguró a Tiempo que “en toda crisis hay
oportunidades. Esta en particular es enorme para Argentina y
Latinoamérica.” Globant es una empresa argentina que desde 2003 produce
software y exporta a países como EE UU, Japón, Inglaterra y Alemania.
Guibert Englebienne, uno de sus fundadores, asegura que la compañía supo
desafiar exitosamente dos grandes mitos: “que la Argentina no puede
crear multinacionales y que las oportunidades tienen que estar dadas en
Buenos Aires”. En su experiencia, asegura haber trabajado con una “nueva
generación
de políticos comprometidos con el funcionamiento de nuestros objetivos”
y destaca que, gracias a la política del gobierno “logramos la ley de
software que promueve la exportación de este servicio, ampliando nuestro
mercado a escala global y aprovechando las potencialidades de nuestros
recursos humanos que asombran al mundo”.
En el mismo sentido, Nazar
asegura que todavía es necesario “un proceso de concientización porque
el sector privado no puede manejarse de manera autónoma, puesto que sus
intereses, muchas veces, están reñidos con el bien común, allí debe
actuar el Estado”.
Para Schvartzbaum “Hay un nuevo empresariado que
no vive en un mundo de ideas, que ve que el país tiene un plan superador
en el tiempo.”
Nazar aseguró ser consciente de que “las
devaluaciones, si no forman parte de un programa social y político, en
sí mismas, no resuelven nada, es necesario ganar en competitividad en
base a las inversiones, la capacitación y la eficiencia”. Para el
empresario del software, por su parte, es necesario
“valorar más la
importancia de una empresa como parte de la sociedad”. El titular de
Cardón aclara que “no se trata de un tema de edad, hay empresarios
experimentados que tienen mentalidad muy flexible y que comprenden, y
jóvenes a los que les cuesta”. Para él el compromiso trasciende porque
“las empresas tiene que tomar decisiones anticíclicas, que no afecten la
demanda. Tener una política de precios es un aspecto esencial. La
distribución tiene que ser consecuencia de un modelo productivo.”
La
postura de los empresarios se exalta todavía más cuando traen a colación
el momento histórico que atraviesa la Argentina en particular y
Latinoamérica en general. En ese marco señalan también ciertas
particularidades de la nueva generación de empresarios. Nazar advierte
que “el país está ante una oportunidad histórica que hay que aprovechar a
nivel nacional y regional”. Todo un perfil para profundizar el modelo.
Por
domingo, 30 de octubre de 2011
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