domingo, 28 de septiembre de 2008

Siempre están aquellos que necesitan un Judas (Cobos)

Por Luis D’Elía
Luis D’Elía

Entró el Negro Rojas a mi oficina de la FTV Nacional, miró la tele y vio que en el subtitulado decía “Cobos recibe a Macri”. Se paró un momento, se volvió hacia mí y me dijo, cagándose de la risa: “Esto me hace acordar a esos pibes que, cuando los padres se van de viaje, traen a la casa a todas las prostitutas del burdel del pueblo”. Para mis adentros me digo: “¿No será mucho, Negro?” Pero, pensándolo bien, Rojitas tiene razón.

Hace días que me da vuelta en la cabeza una parte de la fórmula tradicional que se utiliza a la hora de jurar los cargos más importantes de la conducción de la República: jura usted desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo y bla, bla, bla… Y lo llamativo de esto es que, en esta fórmula, la lealtad está antes que el patriotismo.

Judas amaba inmensamente a Jesús, pero la tentación de la codicia pudo más que él; Judas fue incapaz de ir contra sí mismo, de doblegarse para que prevaleciera el bien en su humanidad. Según dicen los que saben, Judas era el único intelectual de todos los apóstoles, el que sabía leer y escribir, el cobrador de los impuestos del imperio, que tenía vínculos con los saduceos y, lo peor aún, el hombre en el cual los romanos y los sacerdotes del templo más confiaban.

Bueno, lo demás ya es muy conocido: treinta monedas de oro, un beso en la mejilla. Todo lo demás es una rara mezcla de dolor, muerte y vida.

Finalmente, agobiado por el peso de la misma traición, Judas se retiró a un lugar alejado y se colgó. En realidad, Judas, dicen los que estudiaron el tema, traicionó a Jesús porque creyó que no iba a pasar nada; lo vio hacer tantos milagros y mover a tantas multitudes que, ingenuamente, creyó que él se podía ganar un poco de dinero y que Jesús iba a salir indemne.

Cuando éramos pibes, aquellos maravillosos teólogos de la liberación que alumbraron nuestros años de formación en el marco de aquel fenomenal método para unir la teología con la historia, que era el ver, juzgar y obrar, siempre sacábamos las mismas conclusiones: Jesús era el pueblo latinoamericano que caminaba por la historia llevando en sus alforjas 500 años de genocidio, sus permanentes flujos y reflujos en los que se alternaban la victoria y la derrota; sus Tupacamarus, sus Tupacataris, sus jacobinos apasionados, que también pagaron con sus vidas tanto amor por el pueblo; y estaban los otros, los judas, los de las venas abiertas de nuestro inagotable Eduardo Galeano.

Algunos dicen que cuando utilizo la palabra traidor pierdo la moderación o el equilibrio, y no falta quien me advierta que a la clase media no le gustan las declaraciones destempladas. Ahora yo los invito a encontrar un nombre que defina la conducta política de quien fue votado por 8 millones y medio de argentinos para acompañar en su gestión a Cristina Fernández y que, a poco de andar, vota a favor de la concentración económica y en contra de los pequeños productores rurales; que cada vez que la Presidenta se va del país se junta con aquellos que expresan la Argentina de ellos: oligárquica, xenofóbica, que mezcla todo el tiempo los intereses económicos con los políticos .

Cobos es Duhalde, Clarín, De la Sota, Bergoglio, Miguens, Biolcati, Macri, pero en realidad esto no sería nada si no fuera el pasado, al que no queremos volver nunca más. Cobos es la sociedad con la corruptela, la banda y la patota, con el oscurantismo retrógrado, con la oligarquía genocida, con la brutalidad de los nuevos ricos y con los ameba-pejoteros eclécticos y sin convicciones.

Esta rara mezcla de pelotudo y perverso, blanco, flaco, ido, light de cabeza y corazón, delarruesco hasta el tuétano, es la novedosa alternativa que nos propone el poder económico como salida política para la Argentina. En primera fila están los nuevos ejércitos de ocupación, que son los medios de comunicación del establishment, que construyen personajes imaginarios e historias que articulan con sus deseos de poder político y económico; detrás están los Grondona, los Fontevecchia, los Morales Solá, los Magneto, los Mitre, que siempre necesitan, desde hace dos mil años, un traidor, como en la Sagrada Escritura.

Luis D’Elía | Presidente de la Federación Tierra y Vivienda

No hay comentarios: